Artyom, ¿estás completamente loco? Tienes 22 años, ¿qué boda? Vladimir Timofeevich paseaba por la habitación, agarrándose la cabeza y gimiendo de vez en cuando.
Su hijo Artyom estaba a un lado, junto a la pared. El joven acababa de contarle a su padre sus planes y se mantuvo firme, sin intención de ceder a sus persuasiones. Déjala, olvídala, es del pueblo, te buscaremos una novia normal, una chica de tu clase.
Y en fin, ¿para qué casarte ahora? Espera al menos hasta los 30, tienes toda la vida por delante, te acabas de graduar de la universidad, necesitas pensar en tu carrera. Papá, pero Angela está embarazada, su hijo discutió con él. Vladimir Timofeevich se detuvo y miró fijamente a su hijo.
Era solo un niño, delgado como un adolescente, con el pelo rubio y un bigote que apenas empezaba a crecer. ¿Y se atreve a discutir con su padre? Pues qué, dale dinero y que haga lo que quiera. Aunque aquí no hace falta dinero, que se ocupe de sus propios problemas.
Y tenemos suficiente dinero y contactos para que no nos cause ninguna molestia. Pero tendrá trillizos, Artem no se dio por vencido. Tres hijos a la vez, ¿cómo va a arreglárselas sola, y encima en el pueblo? Las fuertes exclamaciones de Vladimir Timofeevich casi hicieron temblar las ventanas, y su voz resonó en los altos techos de la habitación.
No es asunto nuestro, no necesito nietos de un koljós. Mírate, joven, inteligente, guapo, tienes toda la vida por delante. Tendrás cientos como ella, y se te echarán encima…